Comenzar esta cruzada en pañales
vigilando no reír demasiado,
es como aventurarse desahuciado
a un festival carente de timbales.
Entre el polvo, gritos y las peleas
los pasos nadan en tinta perdida
y sin verbo escurren a las salidas
de las frases libres y prisioneras.
Orgullosos los saltos estribales
anuncian esta historia entusiasmados,
la búsqueda del niño que acarrea
su sueño entre intrincados matorrales.
Camina porque sabe que a su lado
un florido estandarte aún flamea.